martes, 30 de enero de 2018

La paz con los pies en la tierra


“liberales y godos… (y otros partidos/movimientos políticos)
 Total piensan igual,  gobiernan igual, roban igual”
Jaime Garzón

 La Caminante – Emiro Garzón

Como dice el estribillo de la canción la vamos a tumbar… parece ser la consigna de algunos sectores que tiene en la mira de sus catalejos a la paz.

Independientemente de quien sea la persona candidata que represente las banderas del arco centro-derecho radical, tendrá entre sus propósitos de gobierno tumbar el Acuerdo de Paz del Gobierno Nacional con las FARC-EP, hacerlo trizas, porque lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta

La paz se consolida en las calles, de a pie, por los sectores que han sufrido la violencia, no solamente del conflicto, sino del sistema económico y social, esa gente está en las ciudades, en los poblados, en la ruralidad y son la mayoría, quienes no son integrados al sistema, sino abortados por él, se les tira a cualquier recipiente para no asumir su responsabilidad.

Serán los ciudadanos y ciudadanas de a pie y en las calles quienes defenderemos la paz que se ha ido construyendo, no solamente porque abre las mejores posibilidades de construir un país incluyente en la historia reciente de Colombia, sino porque esa poca paz que se ha tenido, ha dejado ver las reales raíces del conflicto, la corrupción y las miserias éticas que han pasado por todos los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.

No tengo Santo“s” de devoción. Su principal apuesta, la paz, no es desinteresada, pero hay que acogerla con la voluntad del aristócrata que quiere dejar un legado a “su pueblo”, el cual debe ser aprovechado para realizar las acciones democráticas que muevan los cimientos de esa estructura institucional anquilosada, obsoleta, antidemocrática y con los peores vicios de la corrupción que uno se pueda imaginar.

La paz sin apellidos, está caminando por la mayor parte del territorio nacional, por montes y veredas, con desigualdades sociales, pero con la certeza que se tiene “una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra”. Así que cada uno, cada una, tenemos un compromiso en las urnas para propiciar cambios pacíficos.

No se requieren caudillos iluminados que con discursos algo renovados, pero con prácticas administrativas repetidas del pasado, continúen en el poder, tenemos la oportunidad de una transformación social por vías democráticas, no falto de violencias como las que estamos viendo en directo, hoy gracias a las TIC, pero que no distan mucho de como fueron en el pasado, sólo que allá no se contaba con los medios de comunicación alternativos en línea.

Hay unos herederos de la corrupción histórica en Colombia, ellos, ellas, comprendieron que “El Dorado”, está en lo público, por esa razón han copado todos sus espacios y los defienden con todas las formas de violencias.

Así que cambiamos a la clase dirigente corrupta que se ha eternizado en la política nacional y regional de Colombia o seremos cómplices, porque ya sabemos quienes son y a que vienen.   

Posdata: Un día Escolar de la No-violencia y la Paz como hoy, 30 de enero, hace cinco años, regresé al país, después de vivir por 14 años en el País Vasco, porque quería vivir los cambios que se avizoraban en el país de manera directa. A mi madre se le empezaba a agudizar el alzhéimer -hoy ya no recuerda mi nombre-, me dijo unos días antes: mijo dígale a Johan (uno de sus nietos), cuando llega que a mi se me olvida todo. Así que contémosle a las nuevas generaciones lo que ha pasado y pasa en Colombia, no sea que un alzhéimer colectivo nos lleve a olvidar...