“liberales y godos… (y otros partidos/movimientos políticos)
Total piensan igual, gobiernan igual, roban igual”
Jaime Garzón
Jaime Garzón
La Caminante – Emiro Garzón
Como dice el estribillo de la canción la vamos a tumbar… parece ser la
consigna de algunos sectores que tiene en la mira de sus catalejos a la paz.
Independientemente de quien sea la persona candidata
que represente las banderas del arco centro-derecho radical, tendrá entre sus
propósitos de gobierno tumbar el Acuerdo de Paz del Gobierno Nacional con las
FARC-EP, hacerlo trizas, porque lo que
nada nos cuesta, volvámoslo fiesta…
La paz se consolida en las calles, de a pie, por los
sectores que han sufrido la violencia, no solamente del conflicto, sino del
sistema económico y social, esa gente está en las ciudades, en los poblados, en
la ruralidad y son la mayoría, quienes no son integrados al sistema, sino abortados
por él, se les tira a cualquier recipiente para no asumir su responsabilidad.
Serán los ciudadanos y ciudadanas de a pie y en las
calles quienes defenderemos la paz que se ha ido construyendo, no solamente
porque abre las mejores posibilidades de construir un país incluyente en la
historia reciente de Colombia, sino porque esa poca paz que se ha tenido, ha
dejado ver las reales raíces del conflicto, la corrupción y las miserias éticas
que han pasado por todos los tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial.
No tengo Santo“s” de devoción. Su principal apuesta,
la paz, no es desinteresada, pero hay que acogerla con la voluntad del aristócrata
que quiere dejar un legado a “su pueblo”, el cual debe ser aprovechado para realizar
las acciones democráticas que muevan los cimientos de esa estructura institucional
anquilosada, obsoleta, antidemocrática y con los peores vicios de la corrupción
que uno se pueda imaginar.
La paz sin apellidos, está caminando por la mayor
parte del territorio nacional, por montes y veredas, con desigualdades
sociales, pero con la certeza que se tiene “una segunda oportunidad sobre la
faz de la tierra”. Así que cada uno, cada una, tenemos un compromiso en las urnas
para propiciar cambios pacíficos.
No se requieren caudillos iluminados que con discursos
algo renovados, pero con prácticas administrativas repetidas del pasado,
continúen en el poder, tenemos la oportunidad de una transformación social por
vías democráticas, no falto de violencias como las que estamos viendo en
directo, hoy gracias a las TIC, pero que no distan mucho de como fueron en el
pasado, sólo que allá no se contaba con los medios de comunicación alternativos
en línea.
Hay unos herederos de la corrupción histórica en
Colombia, ellos, ellas, comprendieron que “El Dorado”, está en lo público, por
esa razón han copado todos sus espacios y los defienden con todas las formas de
violencias.
Así que cambiamos a la clase dirigente corrupta que se
ha eternizado en la política nacional y regional de Colombia o seremos
cómplices, porque ya sabemos quienes son y a que vienen.
Posdata: Un día Escolar de la No-violencia y la Paz como hoy,
30 de enero, hace cinco años, regresé al país, después de vivir por 14 años en
el País Vasco, porque quería vivir los cambios que se avizoraban en el país de
manera directa. A mi madre se le empezaba a agudizar el alzhéimer -hoy ya no
recuerda mi nombre-, me dijo unos días antes: mijo dígale a Johan (uno de sus nietos), cuando llega que a mi se me
olvida todo. Así que contémosle a las nuevas generaciones lo que ha pasado
y pasa en Colombia, no sea que un alzhéimer colectivo nos lleve a olvidar...
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